Problemas con el cuerpo y la comida

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De qué trata

El trastorno de la conducta alimentaria suele comenzar en la adolescencia (aunque también pueden aparecer en la vida adulta) y tiene su lógica ya que este periodo es una fase de cambios hormonales y fisiológicos que alteran la fisionomía.

Además, se une que vivimos en una cultura obsesionada con el físico, y que promueve un canon de belleza e imagen corporal que es difícil alcanzar y que muchas veces roza lo enfermizo, donde la presión estética es brutal y muchas personas tienen niveles de exigencia consigo mismos en ésta área especialmente.

Sin embargo, el problema no viene siempre motivado por la necesidad de cambiar la propia imagen o si la persona está obsesionada por la delgadez, con la alimentación ecológica, “pagar” los malos ratos o preocupaciones con la comida…, sino qué es lo que estamos intentando manejar a través de ella, es decir, la “funcionalidad” de esa forma de relacionarnos con la comida. Muchas veces nace de la necesidad de satisfacer la sensación de control ante el vacío que se siente, la intensidad emocional, o la falta de control sobre el resto de cosas.

Con ello quiero decir que los problemas de alimentación, aparecen como un intento de solución, un intento insatisfactorio a largo plazo y dañino para la salud mental y física. Puede parecer extraño que lo llame intento de solución, pero la realidad es que la persona que los sufre, es la manera que ha encontrado de intentar poder aceptarse y sentirse aceptada.

Cuando el TCA se presenta empieza a extenderse y a invadir más parcelas de la vida de la persona, hasta el punto de que la persona que lo sufre, entrega su cuerpo y alma a la causa. Es entonces cuando comienza a aparecer el aislamiento social y afectivo y las limitaciones para hacer una vida normal, porque quién manda ahora es el miedo a perder lo ganado.

Por esta razón, hemos de ayudar a la persona a sentirse bien en algo más que lo referente a la imagen y la alimentación.

Tras una persona con este tipo de problemas, hay alguien que está luchando por conseguir algo para sí mismo/a, sólo que de una manera equivocada.

Problemas principales

En función de como la persona sea capaz de manejar su relación con el control, aparecen los trastornos psicológicos principales: anorexia y bulimia.

Mientras la anorexia se caracteriza por un control férreo y una estrategia de restricción máxima, los síntomas de la bulimia tienen más que ver con la impulsividad. Esta impulsividad o descontrol llevan a la persona a cometer atracones de comida. Los cuales posteriomente compensará, llevando a cabo conductas purgatorias como provocarse el vómito o el uso de antidiuréticos.

Es poco frecuente que encontremos un cuadro puro de cualquiera de las dos enfermedades, siento lo más habitual la alternancia entre momentos de carácter más anoréxico y otros de carácter más bulímicos.

El tratamiento psicológico para la bulimia nerviosa y para la anorexia nerviosa es diferente, ya que son trastornos que actúan de diferente manera.

Sin embargo, algunos aspectos como la relación con la imagen, el miedo a engordar, la necesidad de control y otras, son comunes a ambos casos.

Otro trastorno referido a la conducta alimentaria es el trastorno de sobreingesta compulsiva, el cual guarda una etiología diferente, aunque sigue vinculándose con el asunto del control.

Este es el caso del hambre emocional. El no ser dueños de nuestras emociones: ansiedad, angustia, frustración, miedo, preocupación, etc., hacen que acabemos usando la comida como si fuera un ansiolítico.

En el trastorno por atracón la preocupación por la imagen sucede de otra manera. La persona, debido a su trastorno, observa como coge peso y esto le suele generar mal estar y afecta a su autoestima.

El tratamiento del trastorno por atracón conlleva hacer una biografía del síntoma. Es decir, tendremos que averiguar en qué momento se aprendió a usar la comida como una forma de regulación emocional e implementar otras maneras diferentes de regulación. Deberemos convertirnos en expertos que sepan entender como actúa su propio hambre emocional.

No gestionar las emociones provoca en ocasiones acudir a la comida como ansiolítico.

Tratamiento para TCA

El objetivo nunca será engordar, sino aprender a relacionarse con flexibilidad, no sólo con la alimentación, también con la vida.

Frecuentemente, el problema va más allá de la alimentación y la imagen corporal. Tienen que ver con la incapacidad de gestionar determinado tipo de problemas emocionales y la la necesidad imperiosa de sentir el control en un momento vital de inseguridades, dudas y vértigos, que empuja a las personas a intentar regularlo (taparlo, evitarlo…) a través de la comida, de ahí que por mucho que se den pautas de dieta, alimentación saludable o control de ingesta calórica, no se logra avanzar, ya que se está trabajando con la manifestación del problema, pero no con aquello que lo provoca.

Sólo entendiendo el “para qué” del problema de alimentación, y cubriendo esa necesidad de una forma más saludable, podremos solucionar el problema de alimentación subyacente que intenta cubrir, de forma desadaptativa, esa función y llegar a algo más allá de qué comemos y cómo lo hacemos.

Los problemas de alimentación son la expresión de una insatisfacción interna, algo que está gritando dentro de nosotras que necesita sentirse bien.